domingo, 17 de febrero de 2013

LA VIAJADERA DE LOS PLANETAS: CAPITULO II








Segunda entrega de La Viajadera de los Planetas en su recorrido por el mundo. Ella, Emma Herrera, nos narra con absoluta sencillez sus distintas experiencias vividas en países, muchas veces, desconocidos para el gran público.




Por: Emma Herrera

Mis queridísimos todos......
Aposentadísima, desde hace mas de dos semanas en el sur, total sur de Thailandia
El problema por esta parte del país, que afecta a las provincias de Narathivat, Pattani y Yala, viene de muchísimo tiempo, cuando estos territorios (pertenecientes entonces  a Malaysia), pasaron a manos del Reino de Siam... el recrudecimiento del conflicto, en los treinta últimos años, con un elevado número de incidentes violentos desde el 2004, ha puesto esta zona totalmente fuera del circuito turístico, extranjero y nacional, al que no llegan por "terror", (mucho inculcado por el gobierno), visitantes de ningun  tipo.

Problemática complicada,implicaciones históricas, culturales, políticas, económicas que, seguramente  mueven muchísimos intereses. Por estas latitudes, el 80% de la poblacion,es musulmana, y padecen la marginación, discriminación y sometimiento, ante unas normas distantes  y frías del gobierno, hacia un área realmente pobre, en la que parte importante de la población, sobrevive con tres dólares  al día.
Viajar  por estos lugares resulta una experiencia totalmente diferente y extraña. Los militares patrullan las calles y las entradas, y salidas, de ciudades y pueblos, se encuentran bloqueadas por controles. Los retenes se suceden en la carretera cada diez km. Cualquier acontecimiento, cuenta con medidas de seguridad impresionantes: acordonamientos con alambradas, barricadas, militares, puertas detectoras de metales, cacheos (nunca nada para nosotros claro). El despliege militar es asombroso en estas tres regiones, y el gasto económico, exageradísimo. Las fuerzas armadas, hacen guardia en la puerta de los colegios, viajan en los autobuses escolares, controlan los bancos, mercados, templos budistas. Una persona con una ametralladora en la mano es aquí, parte de la vida cotidiana. Desgraciadamente cada no mucho, una bomba, o los disparos entre ejército e insurgentes, se lleva de este mundo a mas de uno (muchas veces inocentes). En los últimos cinco años, han muerto más de 4.000 personas (datos  oficiales). Algunas reacciones militares han sido  criticadas por desproporcionadas. Como la de la matanza de más de 100 personas, que  resultaron ser adolescentes, tratando de protegerse dentro de una mezquita.
El objeto de los ataques, suelen ser controles militares, escuelas, restaurantes, bancos, mercados, templos. Para que alucinen, decirles, que desde el año 2005 se declaro en estas provincias la ley marcial, que aún continúa en activo. Teóricamente ningún grupo se atribuye las masacres, así que, corrupción, drogas, bandas  de criminales, insurgentes radicales islámicos, etc., pueden formar parte del problema. En definitiva, los habitantes de estas zonas del país, viven aterrorizados, no se si mas por los militares  o por  los terroristas...¿cual será la verdad?.
Aparentemente el gobierno ha contribuido, y contribuye, a separar aún más a la mayoría budista de este país, de su minoría musulmana.  
Hasta el momento, ningún viajero ha sido  nunca blanco u objetivo de ninguna agresión, de forma que, estadísticamente el riesgo que corremos es controladísimo, y depende únicamente de la mala suerte de encontrarse en el mal momento, en el mal lugar...  
Las gentes por estos lugares, son encantadoras, amables, amigables  y comunicativas,(como en ningún otro lugar del país). Las sonrisas, saludos, gestos de cariño, bienvenidas, intentos de conversaciones, son la norma de cada instante de interacción y, hasta el momento, jamás nadie ha tratado de pedir nada, todo lo contrario. 
No hemos encontrado ningun otro viajero, así que somos una rareza absoluta, a la que los militares, policías y ciudadanos de a pie, miman.
Vamos descubriendo los lugares, con ayuda de la gente y de las casualidades, ya que fuera de aquí, los organismos de turismo, no te facilitan información sobre estas provincias, y lo digo por experiencia, ya que lo intenté incluso, hace unos meses en Bangkok, en el Ministerio de Turismo y en otras oficinas  oficiales, y siempre trataron por todos los medios, que no nos acercaramos a las zonas en cuestión. Ahora se que no es para evitar que te ocurra  algo, sino mas bien para que no veas, que estas provincias no son el lugar terrible que el gobierno vende  y el país cree, lleno de criminales que te matarán nada mas poner los pies en el territorio (nada mas lejos de la realidad). Como nos dijeron en la pequeña oficina de información , responsable de estas provincias, que se encuentra aquí (en la que por cierto, somos los únicos extranjeros por  mucho tiempo, registrados en el libro de visitas). Ustedes verán, y después opinarán, sacando sus propias conclusiones, y estarán más cerca de la realidad que muchísimos que, únicamente, conocen lo que  los medios (televisión y periódicos), cuentan.
Eso sí, no dudaron, en ofrecernos recomendaciones sobre los lugares mas complicados actualmente  y advertencias, para nuestra seguridad.
Nos encontramos, en estos momentos, en la provincia de Narathivat, en su capital del  mismo nombre, una placentera ciudad de 45000 habitantes. Un lugar con muchísimo carácter. Gran parte de sus edificios (si a dos pisos se le puede llamar así), son viejas estructuras de madera con mas de 100 años. La ciudad se encuentra estéticamente situada al lado del mar, justo en el margen del río que la separa del Golfo de Thailandia (recuerden, el golfo no es una  persona). Caminar entre sus calles es impresionantemente especial, pequeños barrios-villas de pescadores de lo más pintoresco, con las casas (por llamarlas de alguna manera), comunicadas con pasarelas sobre el agua, todo un enmarañado de pasillos, pasajes y callejuelas, encantadoramente sorprendentes. Barcas de  pesca tradicionales de madera, de diferentes tamaños, que tienen en común sus coloridos combinados con espectaculares diseños (típico de estas zonas), que convierten la imagen, en toda una fiesta para los sentidos. 
En medio del río, islitas a las que accedes por puentes que hacen  mis delicias al cruzarlos, ofreciendo memorables vistas  de la vida alrededor del agua, siempre, siempre y sin excepción, somos bienvenidos.  
Tomando la ciudad como base, para recorrer esta y la provincia, caminando, en autostop, con viejos autobuses locales, con camionetas comunes, no dejamos de sorprendernos y encontrar hermosuras, disfrutamos de paseos por el medio de fantásticos mercados. Llegamos a fascinantes auténticos pueblitos de pescadores que llevan vida de lo más tradicional y simple. Nos deleitamos con espectaculares playas de aguas claras, limpias y transparentes (las mejores que encontré en Thailandia fuera de las islas), donde nadar en total y absoluta soledad, visitar parques nacionales en la costa, donde rocas inmensas y pulidas, emergen de las aguas mientras, al otro lado, la jungla lo cubre todo. O en la selva, con hermosisimas y deliciosas cascadas de agua fresca, alrededor de las cuales cientos de mariposas aletean incansablemente.

Encontrar antiguos y preciosos templos budistas, mezquitas de madera de más de 300 años, la estatua del Buda sentado mas grande del sur de Thai,y hasta un puentecillo de madera de unos 500 metros que te cruza hasta  una islita llena de palmeras y arenas blancas en el mar.
Al encandilamiento que siento por la provincia y sus habitantes, tengo que añadir, el enamoramiento hacia  mi hotelito barato. El Hotel Narathivat, quizás uno de los mas especiales, inolvidables y "seguros", que he tenido la suerte de vivir, propiedad de un chino de 80 años. Esta casona de mas de 100 años, enteramente de madera, consiste en dos módulos, de dos pisos cada uno, comunicados con un pasillo abierto, con plantas a su alrededor. En el módulo de la casa que mira a la calle principal, el piso bajo lo ocupa un antiguo cafe, donde la clientela, toma cafe, te, cacao y, especialmente, cervezas, desde  primeras horas de la mañana, haciendo turno, para utilizar los servicios de las señoritas de la vida alegre, que ocupan el segundo piso sobre el cafe. El piso bajo del segundo módulo, doce profesionales, especializadas en militares y policías que, sobre todo, en el día de pago, pacientemente hacen turno (trabajo diurno ya que, debido a la especial situación por estos lugares, todo esta cerrado desde las nueve de la noche, hasta "la casa de las gallinas", como se conoce a estos lugares para disfrute carnal), y en el segundo piso del segundo  modulo, justo sobre el río, están las seis sublimes habitaciones utilizadas como "hotel decente". Las chicas tienen prohibido el acceso  a este piso, norma que cumplen a rajatabla por respeto, y cariño, hacia el el dueño del lugar, que les cobra un módico precio por renta y paga  a la policía mensualmente por la seguridad de las muchachas y el lugar ("todo un gran jefe"). La realidad es que, con ellas abajo, la tranquilidad de la parte alta está garantizada. Son como doce furiosos doberman, que controlan cualquier  movimiento.
Arriba vivimos nosotros, compartiendo espacio, con un vietnamita, que huyo de su país, con la guerra y marchó a vivir a Francia, hasta hace unos seis años, que se retiró a vivir en este país. Asmático, con una prótesis en la cadera, ciego de un ojo y casi del otro, este personaje ha resultado ser, además de una excelente persona, un maravilloso chef que, cada día invierte algunas horas en preparar todo tipo de comidas, cebándonos y deleitándose con ello. Este individuo, sin duda alguna, añade mucho cache al hotel.
Y es aquí, desde este piso, todo de color verde clarito y celeste, colgado sobre las aguas, donde, cada día, me maravillo con las impresionantes vistas del río, y disfruto del movimiento de las barcas tradicionales de pesca, con sus colores llamativamente chillones, que surcan el río, arriba  y abajo, al son de sus ronroneantes  motores y, al pasar frente al balcón, sus flacuchos y sudorosos tripulantes, suelen dejar momentáneamente sus quehaceres, para agitar los brazos en señal de saludo, que siempre devolvemos. En la noche la brisa, refresca el ambiente y disfrutamos del viento sobre nuestros cuerpos, al tiempo que contemplamos la noche. Dentro de mi habitación, que mira hacia el balcón, el temprano amanecer permite que, la luz, penetre por las ventanas de librillo, dibujando reflejos ondeantes  de las aguas en el techo.
Nada como disfrutar, desde mi balcón, de las tormentas de lluvia intensa que periódicamente en algún  momento, vuelven el cielo de un color gris oscuro, y descarga con furia salpicando el agua. O de la llovizna leve que llena la superficie de burbujas y diamantes, o vivir la luna llena reflejándose en la superficie, y las salidas, cada mañana del sol al frente, tiñendo de rojo, el comienzo del día.  
Sentarme en mi balcón observando, simplemente pasar la vida, ha sido una de las hermosas y bellas sensaciones que he tenido el placer de disfrutar en mi vida.  
Y no puedo terminar sin explicarles que, desde este balcón que se mueve, cruje, vibra, y no se las tiene todas consigo, tuve la ocasión de estrenarme como pescadora. Con unos metros de hilo y un anzuelo atravesado con un trozo de calamar, como carnada, no pasaron más de tres minutos antes de que, entre gritos y sorpresas, sacara del agua un pez gato, de mas de un kilo. Disfrute gastronómico para un par de días, después de que nuestro chef, lo preparara. 
Confesar que, a pesar del intento, ningún pez, volvió a picar el anzuelo pero, si soy sincera, me alegro inmensamente que asi fuera.

La Viajadera de los Planetas

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