jueves, 11 de agosto de 2016

JJOO RIO 2016: "EL CHÓFER DE MANAOS"...Por Julián Redondo

En Pekín, un hotel que antes de los Juegos fue picadero y una habitación sin armario, con dos perchas colgadas de sendos clavos en la pared, fue el origen de aquellos «Cuentos chinos», una sucesión de anécdotas, algunas desternillantes. Ocho años después, no es un hotel ni la falta de un armario –necesidades cubiertas a 300 euros la noche, pero no pasa de un tres estrellas español– lo que promueve una catarata de sucesos a cual más sorprendente. En los Juegos de Río es el todo o el casi todo.
Autobuses en el garaje en Rio
En Atlanta los chóferes de los autobuses de Prensa tenían dificultades para encontrar el destino. Pero se entendían con los periodistas y los defectos fueron subsanándose. Barcelona dejó el listón muy alto y la capital del sur de Estados Unidos, sede universal de la chispa de la vida, descendió un peldaño en cuanto a organización y magnificencia olímpica, que cuatro años después recuperó Sidney. En Atenas el frenazo fue ostensible. La víspera del comienzo, algunas instalaciones estaban más cerca del aspecto del Partenón que de un estadio moderno. No obstante, llegaron a tiempo.
Pekín, esa ciudad que rendirá tributo perenne a Juan Antonio Samaranch, volvió a significar un antes y un después, un punto de inflexión que dejó a todo el mundo extasiado. Con 1.300 millones de habitantes había personal donde elegir y los descartes, a millares, terminaron por componer una plantilla cuasi perfecta. Insuperable. Londres echó el resto; sus Juegos no fueron los de Pekín, pero se parecieron bastante. Resultaba difícil de creer que Río pudiera acercarse al listón londinense siquiera. En 2013 hubo sondeo del COI para trasladarlos de nuevo a Londres. Imposible, así que quienes optaron por esta sede cruzaron los dedos y se encomendaron a la divinidad.
Estadio Olímpico de Rio 2016
Se presentía que no iban a ser los mejores Juegos; es más, miembros del COI admitían el desastre, que se paliaría, no obstante, con la magia de la ciudad, con la imaginación y la simpatía iberoamericana, como sucedió en México en 1968... Miau. Ni magia ni leches. La sala de Prensa no está terminada, es desangelada y fría, gélida cuando el operario de turno olvida subir la temperatura del aire acondicionado, y de cuando en cuando se desprenden trozos de hormigón del techo.
Rio de Janeiro
Muchos de los conductores de los autobuses de Prensa no son de Río y no conocen la ciudad. Los han contratado sin más exigencia que la correspondiente licencia de conducir. Ni saben por donde circulan ni tienen ganas de saberlo en el siglo del GPS. Mano de obra barata. Han puesto un volante en manos de un señor de Manaos que apenas reconoce el Corcovado. Y se pierde. Y nos pierde. Y pierde Río. La Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (AIPS) ha elevado una protesta formal al Comité (des)Organizador de los Juegos, por si el desaguisado aún tuviera algún remedio. Imposible.

Fuente: Julián Redondo / La Razón / CanariaSincro


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